La artista Rossana Zignago toma contacto por primera vez con las artes y comienza su formación, bien a principios de siglo -año 2000-, cuando durante un par de años realiza taller de tallado con el artista Javier Abdala.
Sin embargo tuvo un pronunciado intervalo, y recién muchos años después, ya en época de comienzo de la pandemia, vuelve al lenguaje que la vió nacer artísticamente, cuando -según nos cuenta- se descubre tallando una puerta de 2 metros, que fue como dar un reinició y una apuesta al arte en su vida, con una ‘gran ciudad’ tallada en esa madera que, de alguna manera, podría ser el mundo abriéndose para dar paso a lo que sería su camino de experimentación y creación plástica en los años siguientes.
Ese impulso creativo pasó a ser el detonante de su pasión por las artes y ahí mismo «compré lienzos, tintas, pinceles, materiales y no paré hasta hoy» nos cuenta… «comencé a crear y llenar mi casa de pinturas, hasta que finalmente decidí mostrar lo que hacía»…
«así fue que realicé dos exposiciones en mi propia casa, una contenida junto a familia y amigos y la segunda ya más abierta al público»… «al principio fue casi una terapia…, hoy el arte es mi pasión, mi desenchufe, mi cable a tierra…, y también mi trabajo»
La obra de Zignago es muy rica expresivamente, un abstracto que por momentos se vuelve algo figurativo, en atisbos urbanos que quizá rinden culto a aquella puerta tallada de sus inicios. Ciudad de sueños tal vez, su lugar en el mundo, su visión de existencia.
Su arte denota una marcada identidad, con una fuerte carga de sentimientos y expresividad…, y el uso de una técnica que mixtura líneas expresionistas, manchas, pinceladas, espatuladas, texturas, materiales tramados y papeles corrugados que adhiere a sus lienzos.
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